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Procrastinación

procrastinar

¿Será que postergo por miedo al fracaso?

Interrogante que unx pacientx introduce en la sesión buscando encontrar respuestas a un hábito que le genera malestar, procrastinar. Dejar las cosas para último momento, como por ejemplo demorar el estudiar para un exámen y llegar a la fecha límite con un elevado nivel de estrés.

Si bien postergar las tareas que menos nos gustan o las obligaciones diarias es algo que se acepta como normal cuando esto se hace sistemáticamente deriva en un hábito que afecta diferentes ámbitos de la vida, como lo laboral, lo académico, la pareja o las relaciones sociales.

Etimológicamente el término ”procrastinación” proviene del latín procrastinare “dejar un asunto para mañana, aplazar”, pro “adelante” y crastinus “referente al día de mañana, al futuro”, así, procrastinar consiste en la dificultad para iniciar actividades, y comprometerse con las mismas, a pesar de resultar importantes para la persona, llevando a cabo tareas distintas de las que se había propuesto en un principio.

En la vida moderna las personas están más expuestas a encontrar distracciones u otros estímulos que propician  la procrastinación,  chequear el Whastapp o el Instagram o mirar videos en TikTok.

Podríamos decir que en el momento de decidir procrastinar, algo de la búsqueda de la satisfacción inmediata se pone en juego, estudiar para un exámen produce agobio, genera incertidumbre por el resultado y muchas veces miedo al fracaso. Desistir de la tarea, aplazarla libera momentáneamente de ese malestar y la persona se siente mejor.

Es decir que la procrastinación no es solamente un problema de mal manejo de la organización y del tiempo, como algunas posturas teóricas señalan, se trata también de una conducta evitativa, postergar para evitar la tensión y el malestar que implica la posibilidad de fallar o no cumplir con las exigencias establecidas.

Postergar actividades académicas u otras responsabilidades y obligaciones y dedicar el tiempo a actividades más entretenidas pero menos relevantes,  a mediano o largo plazo va a generar estrés ante la necesidad de cumplir con el objetivo en un tiempo determinado, e inevitablemente aparece la angustia.

Sigmund Freud planteó que bajo la forma de postergación de la gratificación, la procrastinación conservó toda su ambivalencia interna, lo que quiere decir que junto con el deseo se encuentra la culpa y la angustia que impiden su satisfacción. La procrastinación es alejar el deseo en el tiempo.

El sujeto se enfrenta con lo que Freud llama la Inhibición, en su obra ¨Inhibición, síntoma y angustia¨  describe este padecimiento que diferencia del síntoma, porque se desarrolla en el Yo y provoca una parálisis, una restricción. La persona reconoce un deseo pero no puede llevar a cabo la acción para la realización; procrastina, posterga, evita, está inhibido.

Poder hablar de esto en un espacio terapéutico permite reflexionar sobre la propia posición subjetiva frente al deseo y reconocer (se) en interrogantes como éste ¿Será que postergo por miedo al fracaso?

Lic. María Alejandra Gayoso

@saludmental_derecho